"En 1832, Elizabeth Bentley, que por entonces tenía 23 años, testificó ante un comité parlamentario inglés sobre su niñez en una fábrica de lino. Había comenzado a la edad de 6 años, trabajando desde las seis de la mañana hasta las siete de la tarde en temporada baja y de cinco de la mañana a nueve de la noche durante los seis meses de mayor actividad en la fábrica. Tenía un descanso de 40 minutos a mediodía, y ese era el único de la jornada. Trabajaba retirando de la máquina las bobinas llenas y reemplazándolas por otras vacías. Si se quedaba atrás, "era golpeada con una correa" y aseguró que siempre le pegaban a la que terminaba en último lugar. A los diez años la trasladaron al taller de cardado, donde el encargado usaba correas y cadenas para pegar a las niñas con el fin de que estuvieran atentas a su trabajo. Le preguntaron ¿se llegaba a pegar a las niñas tanto para dejarles marcas en la piel?, y ella contestó "Sí, muchas veces se les hacían marcas negras, pero sus padres no se atrevían a ir a al encargado, por miedo a perder su trabajo". El trabajo en el taller de cardado le descoyuntó los huesos de los brazos y se quedó "considerablemente deformada... a consecuencias de este trabajo". "
Bonnni Anderson, Historia de las mujeres: una historia propia, volumen 2, Editorial Crítica, Barcelona, 1991, Pág. 287- 288
Cantos de inocencia
El Deshollinador
Cuando mi madre murió yo era muy joven,
y cuando mi padre me vendió mi lengua
apenas podía decir, “limpia, limpia”
así que limpio chimeneas y duermo en el hollín.
Un día el pequeño Tom Dacre lloró cuando raparon
su cabeza rizada como el lomo de un cordero,
y le dije "¡Calla, Tom! No importa, porque con
la cabeza desnuda el hollín no arruinará tu pelo claro."
De modo que se calmó, y aquella misma noche,
¡durante el sueño tuvo una visión!
donde miles de deshollinadores, Dick, Joe, Ned y Jack,
estaban todos prisioneros en ataúdes negros.
Y llegó un Ángel que tenía una llave brillante,
abrió los ataúdes y los puso en libertad;
entonces por un verde prado corren brincando y riendo,
y se lavan en un río, y brillan bajo el sol.
Luego desnudos y blancos, abandonadas sus bolsas,
se encaraman a las nubes y juguetean con el viento,
y el ángel le dice a Tom que si se
comporta bien,
tendrá a Dios como padre y no
carecerá de alegrías.
Tom despertó entonces, y nos levantamos en la oscuridad,
y con nuestras bolsas y cepillos salimos a trabajar.
Si bien la mañana era fría, Tom se sentía feliz y abrigado;
pues quienes cumplen sus deberes nada tienen que temer.
William Blake Canciones de Inocencia y de Experiencia
Cantos de experiencia
El Deshollinador
Una cosa pequeña y negra entre la nieve, Gritando "¡deshollina!, ¡deshollina!", ¡con notas de infortunio! "¿Dónde están tu padre y tu madre, dime?" Ambos han ido a la iglesia a rezar.
Como yo era feliz sobre el brezal, Y sonreía entre la nieve del invierno, Me vistieron con las vestiduras de la muerte Y me enseñaron a cantar las notas del infortunio. Y como soy feliz y bailo y canto, Ellos piensan que no me han hecho daño. Y se han ido a alabar a Dios y su Sacerdote y al Rey, Quienes hacen un cielo de nuestra miseria.
William Blake Canciones de Inocencia y de Experiencia
“Me situé en la calle Oxford de Manchester y observé a los obreros en el momento en que abandonaban las fábricas, a las 12 en punto. Los niños tenían casi todos mal aspectos, eran pequeños, enfermizos; iban descalzos y mal vestidos. Muchos no aparentaban tener más de 7 años. Los hombres de 16 a 24 en general, ninguno de ellos de edad avanzada, estaban casi tan pálidos y delgados como los niños. Las mujeres eran las que tenían apariencia más respetable, pero entre ellas no vi ninguna que tuviera un aspecto lozano o bello. Vi, o creí ver una estirpe degenerada, seres humanaos mal desarrollados y debilitados, hombres y mujeres que no llegarían a viejos, niños que jamás serían adultos saludables. Era un triste espectáculo.”
Turner Thakrah: Informe del médico, 1831.
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